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SABÍAS QUÉ la observación del cielo como ayuda en la navegación es probablemente uno de los usos más antiguos de la astronomía...
Marinos polinesios guiándose por las estrellas. Imagen generada por el autor (en adelante Foto IGA).

 

Aunque parece fuera de toda duda razonable que la astronomía como observación metodológica del firmamento se ha venido realizando por el ser humano desde la más remota antigüedad, el origen y las pruebas concretas de este conocimiento todavía están envueltas en una gran incertidumbre. Antes de la invención de la escritura y de la construcción de cualquier instrumento de medida, la astronomía que realizaban nuestros antepasados era más un potente recurso práctico-cultural que una ciencia predictiva.

Así, y por ejemplo, los primitivos navegantes polinesios que colonizaron la mayor parte de las islas del Pacífico hace varios miles de años, utilizaban –y utilizan, pues esa habilidad se ha conservado hasta hoy– a las estrellas más luminosas como guías en sus largos viajes. Los navegantes eran especialistas, para la navegación diurna se guiaban por el Sol, mientras que por la noche la sucesión de estrellas que salían o se ponían en el horizonte en la misma dirección formaban una especie de ruta estelar. Los marineros de las Islas Carolinas, en la Micronesia, al oeste del Océano Pacífico, refinaron estos «caminos estelares» mediante el uso de lo que a efectos prácticos era una brújula nocturna, con la Estrella Polar hacia el norte, la constelación de la Cruz del Sur en el sur, y entre ellos, quince puntos ascendentes y quince puntos intermedios formados por grupos de estrellas. Usaron treinta y dos direcciones que identificaron en estos puntos, al igual que en la actualidad usamos nuestras referencias de brújula sur, sursureste, sureste, y así. Este empleo de la observación del cielo como ayuda en la navegación es probablemente uno de los usos más antiguos de la astronomía, pero no como ciencia sino como herramienta práctica.

Por su parte, existen evidencias de que el utilizar los ortos y ocasos de astros emblemáticos como el Sol, la Luna o algunas de las estrellas más brillantes en determinadas fechas significativas del año (tales como los equinoccios, con el fin de establecer el momento en el que plantar o recoger las cosechas), ha sido determinante en el desarrollo de las primitivas comunidades agrícolas. Y, claro está, prácticamente todas las mitologías, tanto históricas como protohistóricas, contienen una enorme cantidad de referencias a objetos celestes ligados a los mundos terrestres y divinos.

Ante la falta de comprensión de los fenómenos cotidianos que ayudasen a los seres humanos primitivos a entender el porqué de las cosas, y en medio de un mundo aparentemente caótico, la observación del regular y, esto es importante, predecible movimiento de astros como el Sol y la Luna, creaba ciclos que podían regular la difícil existencia de las primeras sociedades. El nacimiento de la agricultura y el uso de calendarios fueron sin duda impulsados por un metódico estudio de los movimientos solares y lunares. Hay que recalcar la importancia de estos dos astros, el Sol y la Luna, en el desarrollo de la cultura y la sociedad. El Sol, como fuente de luz y calor, y la Luna, alumbrando la noche y mostrando sus fases a intervalos regulares, están en el origen y centro de casi todas las religiones y cultos a lo largo y ancho del planeta, y han determinado, por lo tanto, la manera de pensar y de ver el mundo en el comienzo de las civilizaciones.

Calendarios, navegación, cosmovisión… todo ello desarrollado a partir de la astronomía. Foto IGA.

 

Autor texto: Ángel Gómez Roldán
Director y Editor de la revista Astronomía

 

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